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About
Alfonso defines his art as narrative. "Since I was a child I've liked to listen, read, watch and tell stories. I truly believe there is not just one medium to do so; on the contrary, there are infinities. My works "tell" stories, not through "one" narrator, but as many as spectators the piece has. This for me is the greatest wealth of "image". The ambiguity that they project, perhaps, is one of the greatest liberties that can be found in art".
Alfonso's work also address timelessness: "All my life I saw art, particularly painting, as a unique opportunity to travel to other places, to other times. I always thought: Having this vast possibility why go to a single place or a single era, why not mix everything ". The imaginary landscapes, unique characters and interlaced times of Alfonso’s work are born from this thought.
There is also a kind of mythology throughout his work: "I gradually started creating a whole new fauna of symbols that sneak into all my pieces and have their say, their contribution, sometimes in a fully conscious way and sometimes not. The winged fish for me is "the dream" what one pursues, the heart is the passion, the key is the secret, and so they go on. There is not a single or correct interpretation of that symbology, I leave it there for those who want to take it and re-interpret it, which is precisely what enriches and validates it. For me, any work of art is defined more by the vision of the eyes who contemplate it than by those of the author himself".
Alfonso's work has an intimacy quality to it that is transmitted to the viewer. As it was a personal invitation to talk both alone; in a silent and close dialogue that makes you “live” his work, rather than just observe it.
"I always perceived the artist as a transmitter, a kind of Shaman who brings to this world things that only exist in others. At least that's how I live it, and my work is finally that, a personal invitation to take a walk trough them".
Alfonso define su arte como narrativo. “Desde niño me ha gustado escuchar, leer, ver y contar historias. No creo que haya un sólo medio para ello, todo lo contrario, hay infinitos. Mis obras “cuentan” historias, no a través de “un” narrador, sino de tantos como espectadores tenga la pieza. Esta para mi es la riqueza más grande de la “imagen”. La ambigüedad que estas proyectan quizás, sea una de las libertades más grandes que se puedan encontrar en el arte”.
Las obras de Alfonso también abordan lo atemporal: “Toda la vida vi al arte, en particular a la pintura, cómo una oportunidad única de viajar o hacer viajar a otros lugares, a otros tiempos. Siempre pensé: teniendo ésta posibilidad tan vasta por qué ir a un solo lugar o a una sola época, por qué no fusionar todo”. De éste pensamiento nacen los paisajes fantásticos, personajes únicos y tiempos entrelazados de la obra de Alfonso.
Hay también una suerte de mitología a lo largo de su trabajo: “Fui creando toda una nueva fauna de símbolos que se cuelan en toda mis piezas y tienen su decir, su aporte, a veces consiente a veces no. El pez alado para mi es “el sueño” lo que uno persigue, el corazón es la pasión, la llave es el secreto, y así se continúan otros tantos más. No hay una sola interpretación de esa simbología, la dejo ahí para quien quiera tomarla y re-interpretarla que es justamente lo que la enriquece y la valida. Para mi cualquier obra de arte se define más por la mirada de los ojos de quien la ve que por los del propio autor”.
El trabajo de Alfonso tiene una cualidad de intimidad que le transmite al espectador. Como una invitación a quedar solos en un diálogo silencioso y cercano, que hacen vivir la obra, más que observarla.
“Siempre percibí al artista como un transmisor, una especie de Chamán que trae a este mundo cosas que sólo existen en otros. Por lo menos así lo vivo yo, y mi obra finalmente es una invitación personal a pasear por ellos”.